sexta-feira, 30 de março de 2012

Foram lançados ontem na Cidade do México os livros de estreia dos poetas Daniel Saldaña París e Alejandro Albarrán

Daniel Saldaña París, em retrato de Valentina Siniego


Com apresentação do excelente poeta Óscar de Pablo (Cidade do México, 1979), foram lançados ontem na capital mexicana os livros La Máquina Autobiográfica, de
Daniel Saldaña París (Cidade do México, 1984), e Ruido, de Alejandro Albarrán (Cidade do México, 1985). Assista abaixo a dois vídeos que gravei com os autores na Cidade do México em dezembro de 2011.




Estos elementos serán destruidos
Daniel Saldaña París


Caminé cansado por Valparaíso, convencido de que allí el grito de los pájaros florece más puro, como estallado y multiplicándose de luz en el espejo de los montes.

No sé si es verdad lo de los pájaros, pero en algún momento, no sé cuándo, algo muy adentro de mi tórax se quebró del todo: fue como si me nacieran larvas inquietas en la boca, y el aire estaba hecho de ruidos insoportables que me rompían por dentro.

Entonces, algo que durmió una vida en mis pulmones maduró hacia el cielo y salió convertido en un enjambre cuando el asma ya latía locomotoras. Fue un mugido de toro pereciendo lo que surgió del fondo de mi abismo.

Y todos los niños me rodearon para darme la bienvenida al reino de la asfixia.

§

Ya no tengo porqué escribir. Desde esa falta de motivos, de intuiciones y de historias, te digo ahora lo que sigue: mi pecho es una confrontación de ríos que sacuden.

Los ríos arrastran piedras que no son tales y la confrontación de sus aguas es mi corazón latiendo.

Siéntate a la orilla de mi pecho.

Sumerge tu mano blanca en mi claridad violenta.

Tócame el fondo de las aguas.

§

Tengo rencores confrontados en mi estómago y son un acontecimiento crucial porque me siento confuso y no logro moverme. Sólo te digo esto desde la complicidad que nos anuda.

Hay una complicidad que mantiene unidas las corrientes en su desesperada confrontación.

Estas cosas suceden.

Suceden en el tórax.

(Ella cerró mis párpados con fórceps).

§

Las aves limpias fueron crucificadas, clavadas de las puntas.

Como una emanación del óxido, Valparaíso fue fundado en el desgarre. Caminar sus calles de mercado era mirar cangrejos sacudiéndose, pescados fijos en el estertor tras haber sentido la navaja. Conejos desollados eran expuestos a pocos centímetros del rostro y eran como vaginas dadas vuelta que habían perdido su misterio.

(Llegué hasta el puerto como escapando).

§

Todo es crudo y rojo.

La animalidad, en estas calles, es el centro de mi tórax.

¿Quién soportaría la animalidad desnuda de mi tórax contra este cielo de ferrocarriles oxidados?

¿Quién soportaría la crudeza irreductible de mi carne contra esta ciudad de prostíbulos diurnos?

(Mañana blanca: transportado en la niebla miras tus párpados por dentro.
Sabes que Dios te quiere dar).


§

Los árboles aquí tienen placeres. Son altos como la furia y se balancean entre los llantos que los perros improvisan…

Me estoy deshaciendo en las vocales de su nombre y por todo contexto hay una jauría de perros aullando hacia los árboles.

(¿Quién respira en mi tórax un aliento de plumas encarnadas, royendo la animalidad desnuda de mi carne contra un cielo de insultos?)

§

¿Quién soportaría la animalidad desnuda de mi tórax contra esta filiación de óxido en las calles?

El vino es un discurso intempestivo que irrumpe –tremendo, con caballos– en mi boca. Ahora es invierno en el sur de alas abiertas y persigo el olor –persistente, vertical, sin piernas– de su vulva.

(Esta sed oscura que hace ruido y me desgarra. )

§

No mires mi nuevo rostro. He renacido con el signo de los pájaros. He renacido en el pasillo y ahora frecuento la masturbación con menos gusto.

Has renacido y ya no te toca su canto cuando dice. Ella te dice y contiene en su voz todo tu aullido. Algo descansa reventándose en tu tórax (un sol, tal vez, que ya pronuncia: estos elementos serán destruidos).

Ella se cierra como una puerta.

Me han despojado.

§

No tengo porqué escribir: ella se ha lavado las uñas en mi cara.
Un arrepentimiento.

Repito la palabra tórax pero hay algo roto (un sol, quizás, que se me pudre) en el centro siempre confrontado de su nombre.

Ella tuvo abortos en mis párpados de niebla. Mejor ya que me revienten, mejor ya que me contengan: cantaba en la luz como un desnudo.

Sabes que Dios te quiere dar.

Lunes tan quieto.

§

Ríos confrontados, retenidos en mi esperma. Un arrepentimiento. Ella cerró mis párpados con fórceps.

Ella va a venir a rescatarte, a reventarte de luz. Brotarán hijos de su concha. Serás materia, gemido, confrontación perpetua.

Ella va a venir a reventarte.

§

Ella tuvo abortos en mis brazos, llagas en el centro de su humanidad clarísima. Ella tuvo nombres confrontados. Sus ojos se abrían sedientos en la noche larga de los úteros sin tregua. Mejor ya que me revienten –ella cantaba– me revienten, ella contuvo y cerró con fuerza las alas rojas de su vientre.

(Estos elementos serán destruidos).

§

Todo lo que soy se me revienta.
Ya que venga otra cosa.

Ella besó las piernas de mi amigo.

Ella dejó pasar el tiempo por mis ojos, cantaba en el pasillo, cantaba en el aire. Cerró de golpe –ya que venga otra cosa– mis párpados de niño.

Ya que venga otra cosa. Alguien va a venir a rescatarte, a reventarte de luz. Serás testigo, pecado, miedos encinta. Brotarán larvas de tu boca.

(Estos elementos de luz.)

§

Todo lo que soy se me revienta.
La casa se expande hacia el centro de sus átomos.

Perdí la voz. Ella cantaba en el pasillo: Ya mejor reviéntenme –se limpiaba el maquillaje en las paredes. Ya mejor.

Cuatro en punto. Estás reventado de luz y carcajada. Ella va a venir cantando en la cocina, mordiéndose el límite del labio para decirte hola, niño. Va a cantarte vidas, a tocar tus párpados insomnes con el tacto débil de la niebla. Ella va a ser tu esposa –comerán grillos–, va a recorrer tu cuerpo con saliva.

Sabes que Dios te quiere dar.


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A C U M U L A C I Ó N
Alejandro Albarrán

*

Acumulación, me estoy hinchando. Encontrando
el mimetismo en los ahogados. En mi cuerpo
tumefacto. Soy tu contenedor, soy tu putita. Me
estoy llenando. Me estoy saciando, colmándome
de mí, me estoy tocando en las aristas con aristas,
en mis esquinas me estoy tocando con esquinas.
Gerundio, soy hinchazón, soy yo exagerado,
exacerbado. Necesito una salida. Un punto de
fuga o me desbordo, desbordado, soy,
acumulación. Soy garrafa. Un accidente paulatino.
Un desatino o tina que se llena hasta sus bordes.
Una salida o me reviento. Una calle, un
escampado, para salirme de mí, desbordado sí, en
el paisaje. Acumulación, me estoy hundiendo,
como un Nautilus, me vengo abajo.

*

Esto es: necesito no ser yo. Confundirme. Ser tú,
por ejemplo. Ser tu sueño húmedo. Tu pesadilla.
Tu amor especial. Tu hombre de acción. Tu
postergación, tu crucifixión: tu crucifijo. La
mancha de sangre en tu toalla sanitaria. Tu santa
virgen, tu Eclesiastés, tu miedo al cambio, tu
cambio, en monedas de baja denominación, soy tu
elección, tu trueque. Tu lucha contra ti, soy tú
porque te ves en mí. En mi imagen. Tenme miedo
soy el diablo, tu Cristo de terciopelo, soy, soy tu
miedo, tu miedo a ti.


*

Soy la emperatriz de los escarabajos, en tu pubis
soy el anca de un caballo, en tu cabello soy dolor
de estómago, soy tu síntoma de mal, soy el mal, el
pervertido de voces, a veces, de muchas voces que
me anulan, soy eso: la anulación, mi anulación, la
vindicación de mí en nada.

*

Vuélvete confeti o fruta furibunda, vuélvete que
me estoy quitando el sexo. Por ti. Lo estoy
dejando en el buró como una estaca, un crucifijo.
Date vuelta: una lámpara que brilla (y ahora
brilla), una aliteración en nuestro entorno. Una
aliteración: canción que nadie canta porque
espanta.

*

Mi caballo sin ojos me dijo: "canta en mis
entrañas", "enséñame el paisaje". Aprendizaje. Mi
caballo me dijo: "ven a correr conmigo en mis
entrañas", me lo dijo esta mañana, desde mi
estómago, me lo dijo desde el vértigo, desde mi
trote caldo, en mi vientre me lo dijo, en mi
emoción, mi caballo sin ojos, mi potro hambriento
de camino. Soy camino, trayecto inconcluso es mi
oración. Ahora le canto, lo llevo al monte, a que
relinche.





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